Monday, February 20, 2017

Haciendonos maestros de nuestra mente (3) El mono incontrolable



Qué hacer con todos los monos saltando alrededor dentro de nuestras cabezas?

“La meta de cada alma es la libertad, la maestría, la libertad de la esclavitud de la materia y del pensamiento, ser maestra de la naturaleza externa e interna.”


Esta es la frase de Swami Vivekanada, uno de los más respetados maestros espirituales de los tiempos modernos. Él fue prácticamente el primer yogui Indio en aparecer al frente del escrutinio de occidente. En el primer congreso de religiones del mundo en 1893 en Chicago, él impresionó a muchos con su claridad y simplicidad. Solo al decir lo obvio “ hermanos y hermanas de America!” recibió una ovación de dos minutos de las siete mil personas presentes. En ese momento el llamó la atención de la prisión de nuestras respectivas creencias. Contó la historia de un sapo quien creía que el pozo donde vivía era el único mundo al que realmente quería conocer y se rehusaba a creer que había otros.

“Esa ha sido la dificultad todo el tiempo. Yo soy hindú. Estoy sentado en mi propio pozo creyendo que todo el mundo es mi pequeño pozo. El cristiano se sienta en su pequeño pozo y cree que todo el mundo es su pozo. El mahometano se sienta en su pequeño pozo y cree que es todo el mundo.

Cómodamente olvidamos que las creencias y las prácticas son mayormente externas a nuestro más profundo yo. A medida que avanzamos en la experiencia de un estado interior, nos separamos de las palabras, los símbolos, los rituales y experiencias religiosas. A pesar de nuestra diversidad de culturas y tradiciones, somos muy similares en nuestros orígenes espirituales. Es como si la mente estuviera estancada en su estado más superficial en donde no hay absolutamente ninguna oportunidad de tener control sobre sí misma.


En su libro clásico Raja yoga compara a la mente con las travesuras de los monos. no solo cualquier mono, sino uno borracho en el banquete del deseo, envenenado por el escorpión de los celos y poseído por el demonio del orgullo. Aún si su metáfora es fuerte, podemos todos vernos así. Realmente no se necesita pensar mucho para entenderlo, solo observar al mono brincando, puede que se calme, pero no puede cambiar.


Buscando un paralelo a esta falta de control en la espiritualidad occidental, me encontré con uno en un clásico inspirador de Thomas Kempis, “la Imitación de Cristo” del siglo 15.

“Whensoever a man desireth aught above measure, immediately he becometh restless. The proud and the avaricious man is never at rest; while the poor and lowly of heart abide in the multitude of peace.”
“Lo que sea que un hombre desee sin medida, inmediatamente lo cansará. El hombre orgulloso y avaricioso nunca descansa; mientras el pobre y modesto de corazón habita en la multitud de la paz.”
A pesar del Inglés arcaico, cualquiera de cualquier tradición puede verse reflejado en esta explicación de las razones para la falta de descanso mental.

Con una experiencia de más de cuarenta años como estudiante de meditación Raja Yoga, todavía me siento como un novato cuando veo la multitud de cosas que todavía necesito aprender especialmente acerca de mi mundo interior. Puedo honestamente decir que el problema no está en la mente en sí mismo pero si lo que sucede en ella. En un nivel superficial de meditación puede ser, como algunos “expertos “actuales nos dicen, piensen acerca de nada en un intento para tener claridad. Eso está bien, pero todavía tengo que entender lo que está creando “desperdicios” en la mente y tratar con ello.

A  un nivel básico, la mente es simplemente como una playa donde las olas de actividad mental llegan. Hay un mar de experiencias pasadas y posibilidades futuras en el cual se arremolinan de manera arbitraria, a medida que intentamos lidiar con lo que arroja en la playa. Yo soy solo un testigo pasivo del juego de las olas, puedo quedarme paralizado con su incansable accionar. Olvido de que yo soy el maestro sentado en la playa y no simplemente un indefenso observador. No soy la playa de la mente. Tengo una mente. Soy el creador de mi mar de experiencias y de todo lo que llega de él. Tengo un intelecto a través del cual puedo conscientemente decidir lo que quiero pensar y qué hacer con ello una vez lo haya creado.

Quizás el más grande impedimento en el control de este mundo interno es la misma palabra control. La imagen inmediata del control mental es de alguien que hace difíciles esfuerzos para restringir, regular, o aplicar un freno a las cosas que el mar arroja.



En mi propia práctica, he visto que el poder spiritual y la cualidad de la actividad mental están relacionados. Es como si hubiera un interruptor interno de intensidad. A medida que incremento mi poder espiritual a través de la meditación hay suficiente luz para ver las cosas claramente.
La negatividad se desvanece en el fondo y la sensación de control se vuelve natural. Cuando apago el interruptor, las sombras regresan y traen con ellas agitación.
Un fácil ejemplo para poder entender es la relación entre la expectativa y la realización. A medida que mi realización y satisfacción aumentan, no hay nada que yo desee o espera de otros o de las situaciones, a medida que baja toda clase de deseos aparecen para ayudar a compensar el vacío interior.

Por lo tanto el tema del dominio mental está relacionado con cuanto poder espiritual puedo generar y acumular. Con mi batería interna completamente cargada puedo  afrontar cualquier cosa. Si no es así, las situaciones serán casi siempre más poderosas que mi capacidad para tratar con ellas, trayendo con ellas una cuerda interminable de pensamientos negativos e inútiles.

Cómo podemos entonces recargar la batería? Trataré este tema en la siguiente publicación.

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